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8M y las mujeres que tomaron su sexualidad por la fuerza | Dejavu™

Otro 8 de marzo, uno de los días conmemorativos con mayor impacto social y movimiento de masas a nivel mundial. 

Más allá de reconocer a las mujeres como los seres divinos e imparables que somos, es un día para reflexionar sobre las pequeñas luchas que nos han hecho ganar las grandes batallas.

La apropiación de nuestra sexualidad e identidad de género ha sido la gran guerra del último siglo y, a 2023, estamos cada vez más cerca de la victoria. 

Ha sido un largo camino para conseguir un orgasmo libre y sin remordimientos, acompáñanos por este recorrido entre mujeres desvergonzadas, brujas y locas que cambiaron la historia.

Las brujas y su secreto para volar en un palo

Las brujas y su relación con los alucinógenos

En la Edad Media, muchas mujeres fueron acusadas de brujería y sometidas a juicios que las condenaron por prácticas “mágicas” y por hacer un ungüento que les permitía “volar” en sus escobas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que estas mujeres experimentaban con plantas medicinales y descubrieron usos peculiares para ellas.

En particular, al experimentar con plantas como la mandrágora, el beleño y el hongo que se forma en el centeno, las brujas descubrieron que algunas plantas venenosas y hongos podían generar un efecto alucinógeno al consumirla en pequeñas cantidades. La sensación placentera y las visiones que producía el estar bajo este efecto hizo que estas mujeres experimentaran con esta planta de forma frecuente.

Sin embargo, ingerir estos alucinógenos tenía efectos secundarios desagradables, incluyendo irritación de la piel, nauseas y vómitos. Para evitar estos efectos secundarios, las brujas descubrieron que la mejor forma de obtener el mayor efecto posible era aplicar el ungüento a la piel en forma de ungüento.

El problema era encontrar el lugar adecuado para aplicar el ungüento. Las brujas descubrieron que los mejores lugares para aplicarlo eran en las zonas mucosas de los genitales. El efecto se elevaba al máximo sin producir vómito ni efectos secundarios, y el placer venía acompañado de alucinaciones. Así, comenzaron a aplicar el ungüento usando el palo de la escoba para frotarlo en sus áreas íntimas.

Las primeras evidencias de esta práctica se encuentran en la investigación del caso de Lady Alice Kyteler, acusada de brujería en 1324. En los archivos de Jordanes de Bergamo, otro investigador de la brujería del siglo XV, asegura que las brujas han confesado que durante algunos días y noches untan un palo con ese ungüento especial y “mágico” que hacen y lo pasan por sus partes íntimas, debajo de los brazos y en otros lugares del cuerpo para obtener el efecto deseado.

Durante sus juicios, muchas mujeres confesaron que el efecto del ungüento se traducía en un adormecimiento del cuerpo acompañado de alucinaciones intensas. Aunque estaban casi completamente dormidas, en su mente se veían “volando sobre montañas y praderas, sobre la naturaleza”. Y ellas creían que lo que habían visto era la realidad, un efecto astral de su espíritu generado por el “ungüento volador”.

El mito de las brujas que vuelan sobre escobas se debe a que estas mujeres experimentaban con plantas medicinales pero descubrieron que aplicar un ungüento hecho a base de hongos y veneno por sus vaginas las hacía alucinar y vivir una experiencia psicosensorial tan intensa que creían que era realidad.

Histeria a cambio del primer vibrador

La invención del vibrador y la “enfermedad” de la histeria femenina han sido durante mucho tiempo objeto de curiosidad y misterio en la historia de la medicina. La histeria femenina, un término médico utilizado para describir una serie de síntomas que supuestamente afectaba solo a las mujeres, incluía desfallecimientos, retención de líquidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, insomnio, pérdida del apetito, nerviosismo, irritabilidad y agresividad. Pero la realidad era que estos síntomas no eran más que una respuesta natural al entorno opresivo y reprimido en el que vivían las mujeres.

El origen del término histeria proviene de la palabra griega para útero, y en la antigüedad, se pensaba que estos síntomas estaban relacionados con el desplazamiento del útero enfermo por el interior del cuerpo de las mujeres. Siglos más tarde, Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, afirmó que el origen de la histeria se debía a alguna experiencia reprimida por el inconsciente.

Durante la época victoriana, se desarrollaron dos vertientes de tratamiento de la enfermedad. Por un lado, desde los comienzos del psicoanálisis se comenzó a utilizar el método catártico, empleando la hipnosis y la curación por la palabra. Por otro lado, la vertiente médica centraba la cura en intervenciones sobre el útero: fortaleciéndolo o extirpándolo.

Además de los métodos anteriormente citados, también existía otro método de curar la histeria: la masturbación asistida. Consistía en la estimulación manual de los genitales femeninos por parte del médico hasta alcanzar el paroxismo. Sin embargo, este método provocaba grandes dolores y molestias musculares a los médicos. Es en ese momento cuando Joseph Mortimer Granville hizo uso de la tecnología emergente de la época para crear un aparato que facilitase el método del paroxismo, dando origen al vibrador con fines médicos.

A día de hoy, la histeria femenina ha sido desacreditada como una enfermedad por la Asociación Americana de Psiquiatría. Podemos entender que la única enfermedad de aquellas mujeres era el padecimiento de la represión sexual de la época. La historia del vibrador es un recordatorio de cómo la opresión y la represión sexual han afectado a la vida de las mujeres a lo largo de la historia. En la actualidad, es importante reconocer y valorar la sexualidad femenina y trabajar para construir un mundo donde las mujeres puedan experimentar su sexualidad libremente sin temor al juicio o la discriminación.

Libertad con la llegada de los anticonceptivos

A lo largo de los siglos, la sexualidad ha sido una parte fundamental de la experiencia humana. Sin embargo, en la mayoría de las culturas, las mujeres han sido silenciadas y consideradas meros objetos sexuales en lugar de sujetos activos y deseantes. A pesar de esto, un grupo de mujeres pioneras ha luchado por la liberación sexual y la igualdad de género, utilizando la sexualidad como una herramienta para la emancipación.

Hildegarda de Bingen (1098-1179), monja y escritora alemana, fue una de las primeras mujeres en describir el orgasmo femenino en su libro Causa est curae. En él afirmó que las mujeres también sentían placer, desafiando así la idea predominante de que la sexualidad femenina se limitaba a la función reproductiva.

En el siglo XVIII, Luisa Rosado (1770), una matrona española, enfrentó al tribunal Protomedicato al publicitar sus servicios de atención al parto mediante carteles. Esta valiente acción fue un paso adelante para las mujeres en un momento en que los hombres comenzaron a ocupar este campo profesional.

Margaret Sanger (1879-1966), enfermera y activista estadounidense, fundó la Liga Estadounidense para el Control de la Natalidad y luchó por la legalización del aborto y la igualdad de la mujer. Su legado, sin embargo, está empañado por su conexión con el movimiento eugenésico.

Marie Stopes (1880-1958), la primera mujer doctorada en la Universidad de Manchester, publicó uno de los primeros manuales modernos que explicaban el uso de métodos anticonceptivos. En su libro Married Love, habló sobre la sexualidad femenina, la exploración física y mental y la igualdad entre hombres y mujeres. Fue censurada por esto, pero su lucha por los derechos de las mujeres nunca cesó.

Marie Bonaparte (1882-1962), princesa francesa, realizó estudios sobre la estimulación del clítoris y el orgasmo femenino y publicó su libro Sexualidad femenina en 1950. Fue una mujer revolucionaria en una época en la que la investigación sexual seguía siendo dominada por los hombres.

Hildegart Rodríguez Carballeira (1914-1933) fue defensora del aborto y de la educación libre. A los 11 años ya impartía conferencias sobre sexualidad y feminismo y fue elegida como secretaria de la Liga Española para la Reforma Sexual. Su activismo por la emancipación de la mujer fue admirable, pero trágicamente fue asesinada a los 19 años.

Por último, Miriam Menkin (1901-1992) realizó la primera fertilización de un óvulo in vitro en 1944, lo que marcó el comienzo de una nueva era reproductiva. Jean Purdy (1946-1985), enfermera y embrióloga británica, fue pionera en el tratamiento de la fertilidad, pero tristemente su contribución nunca fue reconocida públicamente.

Estas mujeres pioneras lucharon por la igualdad de género y la liberación sexual en una época en que las mujeres eran vistas como inferiores

La mujer que dijo dónde está el clítoris

El libro el informe Hite de Shere Hite ha sido una obra revolucionaria en la lucha por la igualdad sexual de las mujeres. Su estudio, que recopiló las experiencias sexuales de 3,500 mujeres, desmintió uno de los grandes mitos de la sexualidad: que la mayoría de las mujeres solo podían alcanzar el orgasmo a través del coito. La insistencia de Hite en que se escuchara a las mujeres fue innovadora, rompió tabúes y escandalizó al mundo heteronormativo.

Helen O’Connell, especializada en urología, ha sido una pionera en el estudio de la anatomía completa del clítoris, incluyendo su vascularización e inervación. Sus investigaciones han revelado la forma y el tamaño de cada uno de los componentes del clítoris, el único órgano humano diseñado para el placer.

Estas mujeres han desafiado las normas establecidas, promoviendo una sexualidad más igualitaria y libre. Con sus discursos, han conseguido que la diferencia sexual entre hombres y mujeres no fuera ignorada y se negaron a aceptar la idea de que las mujeres solo debían complacer a los hombres y no experimentar placer. Su lucha ha permitido que la sexualidad femenina ya no esté encerrada en la vergüenza y el desconocimiento, y se haya convertido en un tema de discusión más amplio y aceptado.

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